Por qué el agujero de la capa de ozono no tiene nada que ver con el cambio climático

Qué es la capa de ozono, por qué se destruye y cómo se está logrando revertir el agujero de ozono.

Maddalen Iza

Maddalen Iza

La capa de ozono es una capa atmosférica situada en la estratosfera, cerca de los 25 kilómetros de altura, y en latitudes altas. Cerca de los polos es donde la capa de ozono alcanza su mayor densidad. Esta delgada capa es de vital importancia para nosotros, puesto que nos protege de la radiación ultravioleta más dañina.

Ahora sabemos que si las medidas adoptadas para protegerla continúan, el agujero de la capa de ozono podría recuperarse por completo en el año 2066. Sin duda, una gran noticia. Pero nada tiene que ver con la solución a problema del cambio climático. Lo explicamos con detalle.

¿Cómo se forma y se destruye la capa de ozono?

El ozono se forma naturalmente en la estratosfera por la combinación de átomos y moléculas de oxígeno, y en presencia de otras moléculas, normalmente el nitrógeno, que es abundante en la atmósfera.

Pero igual que se crea puede destruirse: al absorber la radiación ultravioleta, se descompone de nuevo en oxígeno molecular y oxígeno atómico. El ozono también puede deshacerse al chocar con otros átomos y moléculas, como átomos de nitrógeno, hidrógeno o cloro. Por tanto, la concentración de ozono de la estratosfera puede variar de forma natural.

¿Qué es el agujero de la capa de ozono?

Al hablar de la capa de ozono es inevitable mencionar el agujero de ozono del que todos hemos oído hablar. Esta disminución del grosor de la capa fue más intensa sobre la Antártida, en el hemisferio sur, y se produjo al aumentar la destrucción de ozono en esta región. Durante varias primaveras las concentraciones de ozono en la Antártida fueron excepcionalmente bajas. Esta fuerte caída del ozono, causada por la actividad humana, se conoce como el agujero de la capa de ozono.

¿Por qué se produce el agujero de ozono?

Primero debemos de entender dónde ocurre. La estratosfera sobre la Antártida tiene una de las mayores concentraciones de ozono del mundo. La mayor parte de este ozono se forma sobre los trópicos y es transportada a la Antártida por los vientos estratosféricos.

Nubes estratosféricas polares observadas cerca de Kiruna, Suecia. Fuente: NASA/Lamont Poole

Durante el largo y oscuro invierno antártico, que va de junio hasta septiembre, las temperaturas en el interior del vórtice pueden caer hasta los -85°C. Este aire gélido permite la formación de nubes estratosféricas polares, que contienen en su interior reactivos que destruyen el ozono.

Con la llegada de la primavera al hemisferio sur, a partir de septiembre, la luz del sol vuelve a estas regiones e interacciona con las nubes estratosféricas, facilitando las interacciones químicas que descomponen el ozono. Así se forma el agujero de ozono.

¿Por qué se aceleró este proceso?

Siendo esta una reacción natural, ¿por qué aumentó esta destrucción? Aquí es cuando entran en juego las emisiones de los clorofluorocarbonos (CFC), los hidroclorofluorocarbonos (HCFC) y los hidrofluorocarbonos (HFC), todas ellas causadas por los humanos.

Estos compuestos de larga vida son algunos de los principales destructores de ozono, pero antes de su prohibición tenían múltiples usos. Se utilizaban de forma generalizada para la refrigeración y se podían encontrar en botes de spray, desodorantes o lacas para el pelo.

¿Cómo se encontró solución al problema?

En 1974 dos científicos estadounidenses, F. Sherwood Rowland y Mario J. Molina, alertaron de que algunos de estos compuestos podían ser los causantes de la destrucción del ozono. Cuando en 1985 se descubrió que el agujero de ozono primaveral estaba aumentando desde 1970 comenzó la toma de medidas global.

El Protocolo de Montreal de 1987 estableció un calendario para la disminución de las emisiones y el uso de estos compuestos.

El agujero de la capa de ozono alcanzó su máxima extensión en septiembre del año 2000. En la actualidad, la mayoría de los estudios indican que los niveles de ozono en la estratosfera volverán a los valores anteriores a 1980 para el año 2050. La única excepción es la Antártida, donde probablemente las concentraciones de ozono se mantendrán bajas hasta aproximadamente el 2070.

¿Tiene algo que ver con el cambio climático?

No, no lo es. Aunque estos compuestos también favorecen el calentamiento global, su impacto en el agujero de ozono no está asociado al cambio climático. Una vez prohibido el uso de estos compuestos el agujero de ozono comenzó a recuperarse lentamente.

Hay otra diferencia entre el agujero de la capa de ozono y el cambio climático. La solución en este caso fue sencilla, puesto que existían sustitutos para estos compuestos. Sin embargo, la ausencia de sustitutos para los combustibles fósiles hace que las soluciones al cambio climático se estén retrasando, dado que la solución no es solo técnica.