¿Existe alguna relación entre el cambio climático y los terremotos?

Durante años se ha intentado relacionar el tiempo con los terremotos ¿existe alguna relación? Esto es lo que dicen los expertos.

Mario Picazo

Mario Picazo

Varios estudios apuntan a que la intensificación de algunos fenómenos meteorológicos podría influir en la actividad sísmica

VÍDEO: ¿SE PRODUCEN MÁS TERREMOTOS CUANDO HACE CALOR?

Durante años se ha debatido sobre la relación que puede tener el tiempo meteorológico con los terremotos. Se han realizado numerosos estudios, empezando por el de Aristóteles que en el siglo IV antes de Cristo, propuso que los terremotos eran una causa directa de los vientos atrapados en cuevas subterráneas. 

Por aquellos tiempos, se pensaba que los pequeños temblores los producía la presión del aire sobre los techos de las cavernas. Los grandes terremotos llegaban cuando ese aire, conseguía perforar la superficie.

La ciencia ha demostrado que un día de calor no tiene relación directa con un terremoto, pero si hay otros fenómenos atmosféricos que pueden estar relacionados.

Una teoría posterior afirmaba que los terremotos ocurrían en condiciones de calma y nubosidad, generalmente precedidos por fuertes vientos, bolas de fuego y meteoritos.

¿Qué sabemos hoy de la relación entre el tiempo meteorológico y los terremotos? 

Durante las últimas décadas, los datos obtenidos por varios centros de investigación sísmica, han dejado claro que no existe el llamado «tiempo sísmico». Un día de calor intenso no significa que ese día se vaya a registrar un terremoto M6.5.

Estadísticamente, hay aproximadamente una distribución igual de terremotos durante situaciones de tiempo frío, cálido, lluvioso o seco. 

Sí se ha comprobado, sin embargo, que los grandes cambios de presión atmosférica asociados con el paso de profundas borrascas, tifones, huracanes o ciclones, pueden desencadenar pequeños seísmos. En ocasiones también pueden ayudar a desencadenar algún terremoto algo más intenso, pero las cifras son estadísticamente poco significativas.

¿Hay conexión entre el cambio climático y los terremotos?

La atmósfera lejos de estar aislada, interactúa con otros elementos del llamado “sistema terrestre”, como los océanos, los casquetes polares e incluso el suelo bajo nuestros pies.

Sabemos que los océanos se expanden como consecuencia de la caída de la presión atmosférica cuando llegan intensas tormentas. Estas además generan grandes olas en la costa debido a los fuertes vientos.

Por otra parte, una atmósfera más cálida promueve la fusión del hielo de los casquetes polares, elevando el nivel del mar y aumentando el riesgo de inundaciones costeras. 

Lo que parece extraordinario, es que la fina capa de gases atmosféricos que fomentan el calentamiento global, también interactúen de manera indirecta con la tierra sólida. Por eso, el cambio climático puede ser una amenaza aún mayor, ya que tiene una relación con el fenómeno natural más devastador, el terremoto.

Los grandes fenómenos meteorológicos como los tifones o huracanes pueden desencadenar pequeños seísmos.

Esta relación está maravillosamente ilustrada en una investigación publicada en 2009 por científicos del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Academia Sinica en Taipei, Taiwán. En el se hace evidente el vínculo entre los tifones que azotan Taiwán y la generación de pequeños terremotos bajo la isla. 

Los grandes ciclones tropicales generan cambios de presión atmosférica intensos, capaces de desencadenar movimientos sísmicos

La causa parece estar relacionada con la reducida presión atmosférica que caracteriza a estos intensos fenómenos similares a los huracanes, pero en el Pacífico. El brusco descenso de la presión atmosférica es suficiente para permitir que las fallas sísmicas ubicadas en las profundidades de la corteza terrestre, se muevan con mayor facilidad y liberen la tensión acumulada. 

Los grandes ciclones que generan intensos cambios de presión atmosférica podrían ayudar a reducir la tensión en fallas que producen terremotos.

El equipo de investigación asiático también cree que los grandes ciclones podrían actuar como válvulas de seguridad. Al provocar repetidamente un cortocircuito en la acumulación de elevados y peligrosos niveles de tensión, contribuyen a que no se produzcan grandes y destructivos terremotos.

De manera similar, parece que el enorme volumen de lluvia vertido por los ciclones tropicales, que provocan graves inundaciones, también puede estar relacionado con los terremotos

Científicos de la Universidad de Miami, han notado, que en algunas zonas de los trópicos, los grandes terremotos suelen llegar después de huracanes o tifones excepcionalmente húmedos. Es el caso del devastador terremoto que se cobró hasta 220.000 vidas en Haití en 2010. Se cree que las inundaciones ayudaron a reducir el peso de las fallas ubicadas bajo tierra, permitiendo un movimiento con más libre.

Desde hace algún tiempo, se sabe que las lluvias también influyen en el patrón de actividad sísmica en el Himalaya, donde el terremoto de Nepal de 2015 se cobró cerca de 9.000 vidas y donde la amenaza de futuros terremotos devastadores es muy alta. 

Durante la temporada de monzones de verano, cantidades astronómicas de lluvia empapan las tierras bajas de la llanura Indo Gangética. Esta carga y descarga anual de agua de lluvia de la corteza se refleja en el nivel de actividad sísmica, que es significativamente menor durante los meses de verano que durante el invierno.

Los estudios que relacionan cambio climático y terremotos son cada vez mas frecuentes y en un futuro podrían ayudar a anticipar la llegada de algunos temblores.

Es por lo tanto posible, que en ocasiones, el tiempo meteorológico extremo, amplificado por el cambio climático, pueda producir pequeños terremotos que en ocasiones llegan a ser más intensos

A medida que el cambio climático se intensifica, deberíamos prepararnos para experimentar más huracanes devastadores. Sin embargo, no hay que olvidar que visto lo visto, estos también son capaces de desencadenar otros fenómenos adversos como los que afectan a la superficie sobre la que nos movemos y que acaban siendo más devastadores aún.